David Burns, en un artículo para la Psycohology  Today, describió a los perfeccionistas como aquellas personas cuyos objetivos son más elevados de lo que pueden lograr o de lo que sería razonable. Hablamos de personas que se esfuerzan compulsivamente por el logro de metas imposibles y que sólo saben valorar sus propios méritos en términos de productividad o éxito, pasando por alto muchos otros aspectos importantes.

A medida que pasan los años comprobamos que nuestra vida está ciertamente desarrollada por nosotros mismos, pero tal vez, percibimos que hay mucho en ella que no ha dependido de nuestros hechos, de nuestros gustos, de nuestras actitudes o comportamientos. ¿Hemos desarrollado la capacidad de adaptación? ¿Cuál es nuestra flexibilidad ante ciertos acontecimientos?.Tener metas en nuestra vida, ilusiones y  objetivos por cumplir, es fundamental. De alguna manera es la gasolina de nuestro coche que logra que nuestro día a día sea mucho más motivante. Sin embargo no debemos caer en el gran error de fijar unas metas  y unos objetivos realmente difíciles de cumplir y que no sean alcanzables para la persona que los establece.

Hay gente que  se siente muy insatisfecha si fija unos objetivos poco ambiciosos y por ello quiere marcar esa tendencia en plantear propósitos que vayan más allá de lo razonable. Pero bien, ¿qué ocurre cuando aquella persona excesivamente exigente consigo misma no logra la finalidad  que buscaba o sus resultados son escasos o nulos? Sencillamente se autocritica con frecuencia y  es incapaz de controlar sus propios errores, algo que sin duda, puede tener consecuencia importantes en otros aspectos de su vida  y a afectar a procesos psicopatológicos y psicosomáticos.

Pero entonces.. ¿No debemos ser perfeccionistas? Simplemente debemos diferenciar el perfeccionismo negativo del positivo y, para ello lo más sencillo es entender ambos conceptos: El perfeccionista positivo logra un adecuado ajuste entre sus objetivos y logros, es capaz de cambiar sus propósitos en función de la situación, adquiere un gran sentido de valía en función de lo que ha logrado y lo más importante: los objetivos que ha establecido se emparejan con sus limitaciones y sus recursos. Sin embargo el perfeccionista negativo suele mostrar una incapacidad de experimentar satisfacción con lo que hace, suele realizar propósitos de logro muy elevados e irralizables y mantiene siempre una gran preocupación por el fracaso porque su sentido de valía personal dependerá siempre de los resultados. Para entenderlo de una forma más sencilla, una persona movida por el perfeccionismo positivo busca el éxito,  la perfección y la excelencia, sin embargo aunque creeamos que el perfeccionista negativo busca lo mismo, no será así porque evitará los fracasos, la imprefección y la mediocridad, algo negativo porque debemos asumir que los fracasos también pueden ser frecuentes en un mundo necesariamente imperfecto.

Finalizar con unas aportaciones recientes de Tom Beyers :”Si no hemos fracasado alguna vez o cometido algún error, no nos hemos arriesgado mucho”:” Si se hace con honor y dignidad el fracaso también es una oportunidad para aprender”. Reconozcamos nuestro éxitos y fracasos y emprendamos una actitud responsable ante la vida eliminando el perfeccionismo negativo.

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