“La resiliencia no es un don exclusivo ni excepcional; es una cualidad natural que se construye con la magia ordinaria que todos practicamos en el día a día”. Ann S. Masten
Recordemos que la felicidad va mucho más allá de las circunstancias externas. Es verdad que a menudo no podemos controlar los acontecimientos que nos afectan, pero siempre podemos decidir cómo afrontarlos. También es cierto que una vida que nos resulte cómoda afectiva y económicamente nos ayuda a sentirnos bien, pero las crisis y las situaciones adversas nos pueden ayudar a crecer e incluso a ser más felices si logramos enfocarlas de un modo adecuado.
La resiliencia es la capacidad que podemos desarrollar para enfrentarnos a situaciones adversas o difíciles. Según la definición de la Real Academia Española, se trata de “La capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas”. La muerte de un ser querido, una enfermedad grave, enfrentarse a una soledad angustiosa, la pérdida de un trabajo etc. Son acontecimientos que pueden generar un gran impacto en el individuo. Sin embargo, por lo general, las personas logran sobreponerse a esos sucesos y adaptarse bien a lo largo del tiempo.
En algún momento de nuestras vidas tenemos que hacer frente a adversidades. De cómo lo hagamos dependerá que las superemos o que sucumbamos en el intento. ¿Creemos que tenemos los recursos y las estrategias para enfrentarnos a situaciones difíciles?. Si es así ¿Cuáles son las claves que nos proporcionan esa seguridad?
La resilencia no constituye unas características que la gente tiene o no tiene; incluye una serie de conductas y formas de pensar que las personas podemos desarrollar y aprender. La investigación ha demostrado que la resilencia es ordinaria, no extraordinaria y si desarrollamos nuestras capacidades podemos llegar muy lejos.
Ser resiliente no significa que la persona no experimente dificultades o angustias. De hecho, el camino de la resilencia, suele estar lleno de obstáculos que afectan a nuestro estado emocional. Diversas investigaciones demuestran que uno de los factores más importantes en la resilencia es tener relaciones de cariño y apoyo dentro y fuera de la familia.
Una historia ejemplo de superación y de desarrollo personal es la de Sarah Gadalla Gubara: “ Sahara es una niña africana, que padece desde su más tierna infancia, una leve cojera provocada por una lesión que sufrió poco después de su nacimiento. Sin embargo, por encima de su cojera están su pasión y su entusiasmo por la natación, afición que le permite olvidar su discapacidad. Sarah ganaba todas las competiciones escolares en las que participaba. Su gran sueño era hacer la travesía Capri- Nápoles (aproximadamente 35 kilómetros). El único apoyo con el que contaba era el de su padre, hasta que un nadador quedó impresionado con el entusiasmo de la niña y convenció a su antiguo entrenador para que la preparara. Sarah logró una hazaña increíble: se convirtió en la primera niña que con 14 años, realizó esta travesía a nado”.
Esta es una de las maravillosas historias que nos demuestran que a pesar de las adversidades, creceremos si logramos perseguir nuestros objetivos y confiamos en descubrir nuevas oportunidades.
Algunas cualidades que nos permiten desarrollar la resiliencia están relacionadas con capacidad para confiar en nuestras posibilidades; potenciar la capacidad de análisis y reflexión; la capacidad para buscar nuevas oportunidades; asumir que podemos equivocarnos, pero lejos de hundirnos, asumiremos nuestros errores; fortalecer nuestra seguridad y autonomía personal; motivarnos cada día; levantarnos después de cada tropiezo; aceptar que las cosas a veces llegan más tarde de lo que desearíamos, pero dando pasos adelante conseguiremos alcanzarlas; impedir que los demás no nos responsabilicen de las desgracias o insatisfacciones ajenas, buscar ilusiones etc.
“Los retos de la vida no están ahí para paralizarte, sino para ayudarte a descubrir quién eres”. Bernie Johnson Pigeon
“Los golpes de la vida no pueden acabar con una persona cuyo espíritu valiente es el entusiasmo”. Norman Vincent Peale
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Fuente: Álava Reyes, M Jesús (2011). Recuperar la ilusión. Madrid: Esfera de los libros.