El miedo es una emoción tan auténtica y espontánea como cualquier otra. Es una de las sensaciones más experimentadas  y vividas por los seres humanos. Sin embargo, se suele considerar  a aquellas personas miedosas como débiles, menos fuertes…

Pero…debemos comenzar por entender qué es esta emoción. El miedo es fundamental para la supervivencia y es necesario en nuestros procesos de aprendizaje.  Nos enseña a tener cuidado y a protegernos de ciertas situaciones, circunstancias, conductas, acontecimientos etc.  Sin el miedo nos hubiéramos extinguido hace mucho tiempo, pero, no es algo natural o innato, es algo que se va aprendiendo, de hecho, los bebés sólo tienen miedo a los fuertes ruidos y a caerse.

El miedo razonable siempre debemos estimularlo y no debemos verlo como algo malo. Si no sintiésemos miedo en alguna ocasión, no nos sentiríamos vivos. Sin embargo, debemos diferenciar este miedo de lo que los psicólogos denominamos miedo patológico. Este último miedo siempre va a ser real para el que lo sufre o padece aunque no haya motivos claros para su presencia y pueda ser injustificado. Lo cierto es que nadie va a dejar de tener este miedo porque le comenten  que se trata de algo ridículo.

El miedo sólo se convierte en patológico cuando no nos hace felices y nos impide hacer aquellas cosas que deseamos hacer o a que anteriormente podíamos hacer con normalidad, es en estos casos cuando se debe buscar una ayuda especializada.

El valor no es la ausencia de miedo. “La visión más valiente de la vida es ver a la persona luchando contra su adversidad” ( Lucins A. Seneca).

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