Tener ilusiones, objetivos y metas es fundamental en la vida. Cuando comenzamos un nuevo año, solemos intentar nuevos propósitos, deseos y proyectos. Sin embargo, muchas veces nos sentimos frustrados porque vemos que no hemos conseguido lo que esperábamos, o de la forma que esperábamos.
A veces nos estancamos en cierto estilo de vida sin darnos la oportunidad de alcanzar metas; otras veces buscamos resultados distintos sin cambiar nada; y en ocasiones, esperamos resultados de forma repentina. La constancia y el esfuerzo son dos valores que van muy unidos, la constancia es la fuerza que nos impulsa al logro de las metas que nos proponemos, y el esfuerzo es el que nos permite gestionar las dificultades.
Debemos trabajar la constancia, porque aunque pueda parecer un valor poco importante, es fundamental para alcanzar éxito en nuestra vida. ¿Cómo fomentarla? Lo primero y más importante es sentirnos motivados y atraídos de verdad por lograr nuestros propósitos. También es importante que lo que proyectemos esté vinculado a nuestra esencia, nuestros valores y formas de entener de la realidad para poder después comprometernos con ello.
Tenemos que confiar en nosotros mismos y entender que el error es una parte del camino, parte del aprendizaje y muchas veces es necesario para avanzar. Si todo nos saliese siempre bien, no apreciaríamos muchas cosas. Por ello, si empleamos bien los errores, nos pueden incluso ayudar a ver el objetivo de forma más clara y madura. Lo que cuenta, por lo tanto, es el valor para continuar.
Había una vez dos ranas que cayeron en un recipiente de nata. Inmediatamente se dieron cuenta de que se hundían: era imposible nadar o flotar demasiado tiempo en esa masa espesa como arenas movedizas. Al principio, las dos ranas patalearon en la nata para llegar al borde del recipiente. Pero era inútil; solo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse. Sentían que cada vez erar más difícil salir a la superfície y respirar. Una de ellas dijo en voz alta: “no puedo más, es imposible salir de aquí, en esta materia no se puede nadar, ya que voy a morir, no veo por qué prolongar este sufrimiento, no entiendo que sentido tiene morir agotada por un esfuerzo estéril”.
Dicho esto, dejó de patalear y se hundió con rapidez siendo literalmente tragada por el espeso líquido blanco.
La otra rana, más persistente o quizá más tozuda se dijo !No hay manera! Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin embargo, aunque se acerque la muerte, prefiero luchar hasta mi último aliento. No quiero morir ni un segundo antes de que llegue mi hora” Siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar sin avanzar ni un centímetro, durante horas y horas. Y de pronto, de tanto patalear y batir las ancas, agitar y patalear, la nata se convirtió en mantequilla. Sorprendida, la rana dio un salto y, patinando, llegó hasta el borde del recipiente. Desde allí, pudo regresar a casa croando alegremente.
Jorge Bucay
“La mayor parte de las cosas importantes del mundo, han sido logradas por personas, que han seguido intentando, cuando parecía que no había esperanza”
Dale Carnegie
¡Sigue adelante, la vida es un desafío constante, pero vale la pena intentarlo!